una carta sobre capitalismo y aburrimiento

Sabíamos que tres decenios de lento descenso por la pendiente neocaciquil/ neoliberal habían dañado mucho el tejido social, los vínculos políticos y la hechura de las subjetividades en nuestro país; pero el verdadero alcance de este daño político-moral ha quedado al descubierto en este lustro último. La crisis -«no es una crisis, es una estafa»- funciona, en ese sentido, como un líquido revelador: esta sociedad se queda con las vergüenzas al aire.

Aun así, sigue habiendo buena gente junto a la que luchar… La respuesta de las compañeras y compañeros de la sanidad pública madrileña, estas últimas semanas, ha sido ejemplar. Y los rescoldos del 15-M siguen dando brasa viva.

Me llegaba, en un correo electrónico, la siguiente «reflexión sobre lo que pasa en nuestro país a partir de cosas que veo en mi entorno».

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«Los causantes más visibles de la crisis son Botín, Díaz Ferrán (y su lingote de oro), las multinacionales, etc., pero todos estos son minoría en la sociedad. Entonces, ¿por qué no hay una rebelión de la mayoría contra este sistema?

Hace poco hice una entrevista de trabajo para comercial en Iberdrola. La encargada de seleccionar personal, aunque fuera asalariada, tenía una mentalidad capitalista que dejaba cortos a los de la patronal. Y las compañeras con las que hice la prueba (una había estudiado Psicología y la otra Empresariales), a pesar de ser mileuristas normalmente –no hay sueldo base; todo es por objetivos– y de trabajar diez horas y media al día, decían que los parados son unos vagos, ensalzaban a sus compañeros según la ‘pasta’ que ganaban y me pusieron cara de asco cuando les dije que me gustaba el tiempo libre para leer.

Y a esto quería llegar: el aburrimiento es un gran aliado del capitalismo; si no sabes qué hacer con el tiempo libre, tienes que comprar compulsivamente en los centros comerciales; para eso hace falta producir mucho, y para producir mucho hace falta trabajar mucho; y así, parte de los que trabajan mucho la emprenden con los parados, los sindicatos, la izquierda, en vez de atacar al empresariado, al PP, a CiU, etc.

También conozco gente de todos los estratos sociales, todas las nacionalidades y todas las edades a la que le subleva que le congele el sueldo el PSOE pero no que lo haga el PP. Esa misma gente tiene fobia a los ecologistas, a los indignados, a las feministas, etc., porque son jóvenes, van con rastas y piercing o son soñadores. Esta gente también prefiere ver medios de comunicación de derechas donde ensalcen a la selección española, a los emprendedores, a Paco el Pocero, etc. Todo esto creo que requiere un análisis psicológico profundo (aquí creo que Freud, Reich y otros podrían ser de utilidad a la izquierda).

En cualquier caso yo tengo buenas curas contra el aburrimiento: pasear delante del colegio de mi infancia de vez en cuando, contemplar a cualquier herbívoro cómo pasta tranquilamente, leer a Proust y sus recuerdos o a Juan Ramón Jiménez y su Platero, asisitir a la ‘Complu en la calle’ en defensa de la universidad pública, etc.»