Nuestra cultura está envenenada de odio (y por eso es tan destructiva y autodestructiva): el odio nihilista contra la naturaleza (ese haine de la nature que exhaustivamente analiza Christian Godin), el odio nihilista contra el futuro (que se encarna en odio homicida contra los seres humanos concretos que vivirán mañana), el odio nihilista contra la verdad (que conduce a desplegar la economía y la política sobre mentiras que no aguantarían cinco minutos de escrutinio racional)… Y sabemos que sólo podríamos, que sólo podemos construir sobre el amor.