una entrevista sobre AUTOCONSTRUCCIÓN en «culturamas»

Pregunta: ¿Es la estupidez el mayor obstáculo a la hora de pensar estrategias para actuar eficazmente contra el colapso medioambiental, o lo es la usura? ¿Dónde se esconde el peor enemigo?

Jorge Riechmann.- Diría que el principal enemigo –no el único- es la dinámica autoexpansiva del capital. “¡Acumulad, acumulad, acumulad!: he ahí la ley de Moisés y los Profetas”, ironizaba Marx. Algo que nos cuesta ver es que esa dinámica es objetiva: movida por la competición entre los capitales privados y el desarrollo progresivamente autonomizado de la tecnociencia, la rueda sigue girando con independencia de las mejores o peores intenciones que abriguemos (o que abriguen quienes se hallen en el puesto de mando). Y otra cosa que nos cuesta ver es que el capitalismo no sólo produce bienes, servicios y destrucción ecológica: también produce subjetividades. Sujetos ahormados a sus propios fines y valores. No sólo estamos degradando la biosfera, también nuestra propia sustancia humana. Decía Albert Einstein (en su ensayo de 1949 “¿Por qué el socialismo?”, que valdría la pena releer hoy) que “el peor daño que ocasiona el capitalismo es el deterioro de las personas”.

Sin contrarrestar esta fuerza motriz del crecimiento sin límite, todos nuestros esfuerzos –por ejemplo en energías renovables, o en gestión correcta de los residuos- son como gotitas de agua sobre una plancha ardiendo. Los movimientos ecologistas llevan medio siglo advirtiéndolo: perseguir el crecimiento material indefinido dentro de una biosfera finita es autodestructivo. Eso debería ser obvio, y sin embargo la cultura dominante –que es abismalmente nihilista- ha conseguido imponer el punto de vista contrario: viva el crecimiento por el crecimiento…