El problema de la –no tan falaz— falacia naturalista no estriba tanto en traspasar la frontera entre hechos y valores, entre naturaleza y cultura –si el deber-ser no surgiese del ser ¿de dónde surgiría?–, como en cruzar mal esa frontera. Cruzarla sin un pasaporte en regla, si se me permite la imagen. Muchas veces nuestro problema será de wishful thinking, pensamiento desiderativo: entusiasmados por nuestros valores favoritos, tendemos a verlos sólidamente anclados en el sólido suelo del ser. Pero –como dijo aquel— no se puede probar científicamente que la humanidad no deba ser exterminada…