¿vivir como buenos huérfanos?

Durante la mayor parte de la historia humana, casi todas las culturas han concebido lo humano bajo un prisma religioso/ teológico. Sólo en la segunda mitad del siglo XX, culminando un complejo proceso de secularización,[1] la cultura euro-occidental ha desarrollado una perspectiva naturalista y materialista (materialismo en el sentido de inmanentismo radical) que ha concebido al ser humano en términos biológicos y evolutivos. ¿Nos resulta este prisma tan insoportable que estamos ya deseando abandonarlo, cediendo a las promesas de transformarnos en dioses que profieren los profetas del transhumanismo? ¿Solamente podemos pensarnos –de forma narcisista y megalómana— como Hijos de Dios? Tras la “muerte de Dios”, ¿no seríamos capaces de ser buenos huérfanos, huérfanos modestos y compasivos? ¿No caeremos en la cuenta de que “la perfección o nada”, the best or nothing, es un lema abismalmente nihilista?



[1]Dos lecturas indispensables al respecto: Charles Taylor, La era secular, 2 vols., Gedisa, Barcelona 2014 y 2014 respectivamente; y Peter Watson, La edad de la nada, Crítica, Barcelona 2014.