En la inmersión más profunda realizada por un ser humano dentro de un batiscafo (pequeño submarino especialmente diseñado para soportar grandes presiones), el 28 de abril de 2019, ¿qué encontró el multimillonario y explorador tejano Víctor Vescovo? A 10.928 metros de profundidad, en la Fosa de las Marianas, hay vida como en todos los demás rincones del planeta Tierra (se identificaron varias probables especies nuevas). Pero, además, Vescovo se topó con una bolsa de plástico y envoltorios de caramelos, detalla la BBC.[1]
Lo dramático no es sólo constatar esa presencia de la destructividad humana, sino también cómo se llega a ella y como se captan esas imágenes. Esa bolsa de plástico no debería estar ahí; pero tampoco los ojos humanos que la captan –los de un multimillonario egocéntrico obsesionado por batir récords, enriquecido con el expolio del mundo que practica el capitalismo financiarizado– deberían estar ahí.
“Estamos abriendo unas cuantas botellas de champagne y cenando al fresco en la cubierta del barco”, escribió Vescovo en su blog el 8 de mayo, cuando se dirigía, junto a una tripulación de medio centenar de personas, hacia la isla de Guam, en el Pacífico occidental. Antes, publicó una fotografía que ilustra su obsesión con los récords: “Éste soy yo con el piolet que me llevé a la cumbre del Everest en 2010 y al abismo de Challenger ahora. Es el primer piolet que va a la cumbre y al punto más profundo del mundo”, proclamó. Este señor presume de haber sido el duodécimo estadounidense en lograr “el Grand Slam de los Exploradores”, un reto que consiste en subir el pico más alto de cada continente, incluido el Everest, y en esquiar al menos 100 kilómetros para llegar tanto al Polo norte como al Polo sur. Se nos anuncia que su próximo gran reto es la inexplorada sima de Molloy, que con 5.669 metros es el lugar más hondo del océano Ártico. Desde diciembre de 2018, el multimillonario “ya ha tocado el fondo del Atlántico, del Antártico, del Índico y del Pacífico. Si supera el desafío de la sima de Molloy este agosto, Vescovo se convertirá en la primera persona de la historia que asciende a las cumbres de todos los continentes y desciende a los abismos más profundos de cada océano”.[2]
El impulso de dominación que se manifiesta en esta serie de gestas –aplaudidas en medio mundo como la Vida Ejemplar del Gran Multimillonario Explorador– es exactamente el mismo que lleva los restos de plástico al fondo de cada sima oceánica, y los metabolitos de insecticidas organoclorados a la grasa de cada cuerpo vivo en la biosfera. Repito la pregunta que planteé hace unos años: ¿y si no ascendiésemos a las cumbres más altas, y si no bucéasemos hasta las simas más profundas?[3]
[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias-48274790
[2] Manuel Ansede, “Basura en el abismo más profundo de la Tierra”, El País, 14 de mayo de 2019; https://elpais.com/elpais/2019/05/14/ciencia/1557819551_385665.html
[3] Jorge Riechmann: “¿Y si no subiéramos a las montañas más altas?”, eldiario.es, 3 de noviembre de 2014; https://www.eldiario.es/ultima-llamada/autocontencion-capitalismo_desembridado-desmesura_6_320627955.html