yo también soy reformista

Yo también soy reformista. Es cierto que los grandes vuelos utópicos pueden acabar en castañazo social: es tanta la complejidad de los sistemas humanos insertos en los sistemas naturales, son tan sinuosas las anfractuosidades de la conciencia y el deseo… ¡Seamos prudentes! Ahí tenemos por ejemplo el enfoque de sir Karl Popper, quien abogaba por la piecemeal social engineering, es decir: ingeniería social pero a cachitos. ¡Seamos conservadores! Reformas de pequeña escala, incrementales, y modificadas continuamente a la luz de la experiencia que se va ganando. Sólo pongo una condición: que la propiedad privada no sea un obstáculo. Si la búsqueda del bien común hace barruntar primero, y lograr una pasable certidumbre después, acerca de que nuestra sociedad necesita una pequeña socialización de la banca por aquí, un leve abandono de los combustibles fósiles por allá, que los intereses privados de algunos magnates no cierren el camino. Ah, pero ¡cómo! ¡Me dice usted que eso es del todo impensable, que el derecho a la propiedad es intangible, casi diríamos sagrado! Ajá… Parece entonces que, en cierta forma, don Carlos Popper no era menos utópico que el señor Lenin.