«Hace poco más de medio siglo que la sociedad occidental decidió mayoritariamente clausurar los zoológicos humanos por inmorales. Después de décadas de exhibir en público a humanos de etnias y orígenes distintos a los europeos, la crítica a estas prácticas se hizo mayoritaria y éstas acabaron siendo relegadas. Hoy, esas morbosas exhibiciones –y el apoyo que recibieron de científicos, principalmente antropólogos norteamericanos– son consideradas como la raíz del racismo ideológico moderno.
Los motivos que los defensores de los zoos humanos expresaban públicamente coinciden con las razones de los defensores de los actuales zoos para animales no humanos: exotismo y espectáculo, descubrimiento de otras formas de vida, ciencia e investigación. Sin embargo, la crueldad y humillación de las exhibiciones de nativos africanos, asiáticos o americanos durante el siglo XIX y principios del XX tenía un fin oculto más prosaico: justificar el sistema colonial por la supuesta inferioridad de los pueblos colonizados. De igual modo, los zoológicos actuales también envían un mensaje subliminal que refuerza la idea de la supuesta superioridad de la especie humana al confinar a las otras especies –a las que además explota comercialmente y deja sin hábitat, exactamente lo que la sociedad colonial hizo con los nativos de las colonias–. Exhibir al otro por ser diferente siempre es peligroso pero cuando esto se hace desde una posición de fuerza es siempre excluyente. Si en el sistema colonial la exclusión conducía al racismo, en los actuales zoos conduce al especismo, la discriminación entre especies que coloca al ser humano en la cúspide de una imaginaria pirámide evolutiva…»